lunes, 1 de abril de 2013

 Departamento de estudios 'Psicoanalisis y Cuerpo'

 Por Ana Simonetti

El tema del próximo Seminario Internacional produjo en el Departamento la organización de un trabajo en distintos espacios, y en el  de sus responsables docentes con la forma de cartel, a partir de interrogar si se corresponde tal afirmación con la “La feminización de los cuerpos'.
Un punto de arribo y a la vez de partida, fue situar las referencias de Lacan de los Seminarios XVII, XIX, XX hasta ahora.

En el trabajo de elaboración de citas de los dos primeros, capítulos XI y XIV respectivamente, se acordó en una primera instancia para avanzar en la exploración de los textos, en considerar una cierta equivalencia en el campo de lo social, entre feminización y globalización en el sentido sencillo del para todos, de su carácter  irrefrenable, extensible y con constatación de  fenómenos transformadores de las culturas,  se trataría de ello en la feminización. Es cierto que en ésta no resulta de un plan de los mercados propios del capitalismo aunque tenga relación con ello. Sí en cuanto a que es hasta aquí, occidental. Esa suerte de relación que establecemos, no contradice la particularidad de considerarla en relación al no-todo. Proponemos interrogar este punto.

 La referencia del Seminario XIX permitió considerar que el no-todo no resulta de que nada lo limite, es decir  que hay falta de límite diferente al todo como conjunto. Sino que el límite se sitúa allí de otro modo. Al contrario de situar la excepción de hay uno en la existencia del Padre cuyo decir que no lo  ubica en relación a la función fálica, en la posición de la mujer respecto a esa función en tanto en el plan de la existencia no existe ninguna que no esté en la función, está el vacío, la falta de algo que niegue la función fálica. Eso dice de ella no-toda. No significa que  niegue la función, ella no existe en esa función por negarla.

En otro sentido, no es el lugar del Otro, se inscribe en un lugar distinto del O como lugar de la verdad. Entonces, así como la existencia del decir que no, se traduce por la función  del conjunto vacío, la no existencia de lo que negaría la función fálica se traduce por el hecho de ausentarse, de estar en otro lado, en el lugar donde se sitúa la palabra.

Queremos avanzar en esta vía para responder a la pregunta de si la feminización responde a la lógica del no-todo en esta perspectiva de Lacan, referido la mujer, lo que trataremos de avanzar en el Seminario Internacional mismo.

Los siguientes puntos son los que a modo de aproximaciones acercamos como otras vías de trabajo surgidas. 

Estela Carrera parte de la pregunta ¿Qué pasa con los cuerpos en el siglo XXI?¿De qué sufren, cómo se enlazan? El psicoanálisis se especifica  por ocuparse del síntoma como acontecimiento de cuerpo, lugar donde palabra y cuerpo se juntan o no se juntan, lugar donde se abrocha o no la cadena significante y el goce pulsional. Es en este sentido que Lacan pudo decir que un síntoma es un etcétera.  El retorno del mismo acontecimiento, podemos hacer muchas cosas con la reiteración de lo mismo, al decir de Miller. ¿Qué haremos los psicoanalistas con eso en la clínica actual?

Roxana Chiatti al abordar la “feminidad emergente”, destaca cómo estalla la cuestión femenina en la subjetividad actual. Algo de un goce que se presenta difuso, informe, insituable por las marcas significantes, un goce que no se rige por la norma fálica. Para tener un cuerpo se necesita que lo simbólico muerda, lo marque, deje sus huellas (el acontecimiento de cuerpo). Esa mordedura cuando no se produce, tiene consecuencias. Pareciera que hace falta intervenir sobre la piel, sobre la carne. Modos de freno al goce allí donde no hay el instrumento para producir esa operación. Esta inscripción en la carne es una función de nuestro tiempo. La artista plástica francesa Orlan, creadora de lo que se llama “carnal art”, rama del arte más intensa que el body painting, reivindica su derecho a reinventar su propio cuerpo haciendo un uso propio de la cirugía estética. Cuerpo sobre el cual trabajar, pasando moebianamente de hacerse sujeto a objeto de sus propias perfomances. ¿El cuerpo, así tratado, es signo de que se feminiza?

Graciela Martínez parte del “efecto feminizante” al que se refiere Lacan en el Seminario XVII (la cita referida). “Por estructura, la feminización”, por la incidencia del discurso. Lacan señala el efecto feminizante del objeto a del lado masculino, diferente al que se produce del lado femenino, porque aquél reconoce en el objeto lo que forma la causa de su deseo, es decir que el objeto toma forma en tanto se recorta del marco de la castración, que regula y limita la pulsión.  Del lado femenino, se transforma en una insubstancia, sin forma, ilimitado, no regulado por el universal de la castración, sino ligado a “la mujer como horizonte”.

Surge la pregunta si la formalización de Lacan del Seminario XIX expuesta más arriba sería una suerte de respuesta que podríamos usar, de la feminidad emergente y el efecto feminizante  en la perspectiva de la feminización de los cuerpos.

Continuamos con estas vías de investigación. 

                                                                            

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