jueves, 18 de abril de 2013

NOTA 12



A lo largo de estos meses hemos producido en el CIEC un trabajo de investigación para comenzar a esclarecer  la temática de nuestro próximo Seminario Internacional, las Notas han sido un modo de compartir con ustedes estados de trabajo, elucidaciones, interrogaciones, etc.

En esta última Nota me interesa plantear la siguiente pregunta ¿qué lugar tenemos los practicantes del psicoanálisis en este siglo 21 en el impera la alianza de la ciencia y el capitalismo, donde se forcluye al sujeto y   se lo deja liberado a una satisfacción adictiva identificada como un efecto de la feminización del mundo?

Hemos situado la época del no-todo, la dominación del objeto a sobre el Ideal, con la consecuencia del exceso de goce que sufren los sujetos, que se evidencia predominantemente en los cuerpos y los lazos, pudimos reconocer también que  este efecto feminizante conlleva nuevas posibilidades en el orden social y en la capacidad de invención y posicionamiento de algunos sujetos más sensibles y dúctiles que no se referencian por el Todo universalizante.

Para pensar esta pregunta me he orientado por Lacan en el Seminario 11 en la clase que se titula La presencia del analista, allí él comienza enunciando “…el arte de escuchar casi equivale al del bien decir”, si destaca el arte de la escucha es porque implica una larga de-formación a través del análisis y el control  en la que los practicantes no imponemos nuestros prejuicios, ideales, saberes al sujeto  sino que permitimos que cada uno despliegue y esclarezca los suyos. Miller nos dice que “el sujeto tiene más relación con este goce que con el partenaire”[1], por lo cual ese bien decir es la posibilidad de pasar ese goce que se va esclareciendo a la escritura.

 A este goce nos dice Miller solo se lo conoce en el Sujeto barrado bajo las especies  del tropiezo, la falla,  el fracaso, en su última enseñanza especifica a ese goce como disfuncional con el sentido.  Por lo tanto el acto del analista no se orienta por el ordenamiento ni la normalización sino por “una operación de desarticulación”[2] donde la interpretación apunta al fuera de sentido y a responsabilizar al sujeto de su modo de gozar.

El lugar que tiene el discurso analítico sostenido por sus practicantes es - como decía- dar la posibilidad de la “libertad de la palabra” allí donde ella está amordazada, oculta, o no reconocida. La “injerencia intelectual” de los practicantes, situada recientemente por Miller, infiero tiene que ver  con la responsabilidad que asumimos en la transmisión de una posición que nos compromete con nuestro tiempo y nos pone a trabajar, como en este próximo Seminario Internacional, para compartir con otros colegas y otros discursos nuestra interpretación sobre el sufrimiento subjetivo y los modos de tratarlo.

Adriana Laión
Directora del CIEC

 



[1] Miller, Jacques-Alain. Todo el mundo es loco, en Mediodicho 38, Revista Anual de Psicoanálisis de la EOL-Sección Córdoba. Noviembre de 2012
[2] Miller, Jacques-Alain. Sutilezas analíticas. Ed. Paidós, Buenos Aires,  2011.

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