Comentario del corto La Virgen de las Candelas de Victoria Giordana
Por Jorge Assef
En primer lugar quiero agradecer esta invitación que para mí ha resultado todo un desafío. Si bien trabajo con el discurso cinematográfico desde hace mucho tiempo el cortometraje es uno de los terrenos más inexplorados por mí.
Comenzaré destacando una cita de E. Laurent que la organización ha tomado como referencia para el argumento del ciclo: Las mujeres son sensibles a la singularidad, no a lo universal, no a los grandes ideales. Eso decía Freud. Lo que en Freud sería una crítica a ese rasgo femenino, Jacques Lacan lo retoma y hace de ese rasgo lo más interesante de la posición de la mujer: interesadas por la singularidad.
A partir de esta cita, si dividiéramos en dos ejes el cortometraje La virgen de las candelas encontraríamos en principio dos líneas interpretativas:
1) Un enredo amoroso:
Dos sacerdotes jóvenes viven en una pequeña capilla en la montaña, uno de ellos esta enamorado del otro y éste se enamora de una mujer negra, presumiblemente esclava, que llega fugitiva y herida, la que finalmente también se enamora de él. Todos amores prohibidos. La directora construye un erotismo tenso a través de los detalles formales y de pequeños gestos interpretativos de los actores, un plano detalle en un roce manos o una mirada, la amplificación del sonido en una respiración pesada, situaciones muy fugaces y sutiles. Todo termina mal, no hay happy end, el cura que desea a la mujer no puede con la culpa, la rechaza, y finalmente se va cuando descubre que ella ha sido asesinada por su compañero.
2) “La mujer y la religión monoteísta”:
La construcción del corto de Victoria Giordana esta atravesado por intertextualidades bíblicas que el espectador puede articular (Cain y Abel, la fruta prohibida, los estigmas de Cristo, etc.) pero sin duda es principalmente el lugar en el cual la mujer es colocada en la narración lo que más remite a la tradición judeocristiana, desde Lilith, la primera esposa de Adan, pasando por Eva, Dalila, Salomé, etc. la mujer así es portadora de un factor desarmónico en los textos sagrados al igual que en el relato del corto, es quién introduce un elemento impuro que encarna la tentación al pecado y destruye el poder civilizador del universal masculino.
Es recién con el nacimiento de Cristo cuando la mujer bajo las figura de Virgen Niña, Madre o Santa (renunciando al goce como María Magdalena) puede integrarse con cierto protagonismo al relato bíblico puesto que su función es la de acompañar el universal, seguirlo fundamentalmente en su función de madre y esposa.
El corto invierte este orden ya que parte de la figura femenina que aparece al principio de la narración, una Virgen, la madre de Cristo, de yeso rodeada de velas (candelas), si bien es un personaje femenino no es exactamente la encarnación de lo femenino lo que vemos en términos psicoanalíticos. Es recién más adelante, cuando ingresa a la capilla una joven negra semidesnuda con cadenas rotas que le cuelgan del cuerpo, que lo propiamente femenino irrumpe, lo hace como ese elemento salvaje, que lleva las huellas del precio que pagó por su libertad marcadas en el cuerpo. La directora sintetiza en esta secuencia impactante, un espectáculo visual que condensa una interpretación política, económica, histórica y religiosa del lugar de la mujer en la historia occidental, hasta nuestros días donde el mercado de la esclavitud ha tomado otras formas por medio del tráfico de personas, los negocios sexuales, el trabajo clandestino, los indocumentados, etc.
Ahora bien, el título de la segunda línea interpretativa que propongo lo extraigo de una referencia del curso Un Effort de poésie donde Miller, apoyándose en el nombre del texto de Freud, sostiene que el trabajo de la última enseñanza de Lacan podría titularse “La mujer y la religión monoteísta”. Freud estableciendo la genealogía de Dios se detenía en el padre, pero Lacan perforó la metáfora paterna hasta el deseo de la madre y luego avanzó hasta el goce femenino. Así dice Miller: Es el goce mismo (…) el que produce un agujero, comporta una parte excesiva que debe ser sustraída, y el padre freudiano, como el Dios del monoteísmo, no es sino el revestimiento, la cobertura de esta entropía.
Miller hace mención a cómo el lugar del padre en Freud se asimila a la idea del Dios judeocristiano articulando Totem y tabú y el Moisés y la religión Monoteísta, luego explica que Lacan propondrá pensar a ese dios a partir del S1: El monoteísmo condensa la fuerza, la insistencia del significante amo (…) expresa y perpetúa la fijación que liga a los humanos al significante uno.
Lo que viene a romper esa fantasía de unidad, es la diferencia fundamental que encarna la mujer, y de hecho siempre ha sido lo femenino lo que la hegemonía cultural de tradición católica ha buscado reducir a su mínima expresión, desde Hypatia de Alejandría pasando por la Inquisición entera hasta nuestros días.
Es interesante entonces que en el corto de Giordana ese factor salvaje y “sin alma” (lo dice así uno de los sacerdotes) entre a escena como una irrupción que rompe el orden establecido al abrir las puertas de la capilla de par en par con un solo golpe, caminar hasta el altar, y tocar a la Virgen que allí se adora, lo mas interesante es que cuando sus manos sucias tocan la la mancha. El blanco inmaculado de la virgen se pierde, y digamos que para siempre ya que al final la virgen queda completamente negra, lo que podría explicarse si uno sigue linealmente el relato como efecto de que la cera de las candelas estaba sucia y al arder provocan un hollín que tiñe la figura, claro que ésta es una explicación banal en relación a la complejidad del corto.
A propósito, en libro Punto Cenit podemos encontrar una anécdota donde Miller relata que durante el año 2003 en ocasión de una conferencia que Benny Levy dio en la ECF, él en un gesto amistoso tendió su mano a la esposa de Lévy y ella le respondió: Entre nosotros los hombres no tocan a las mujeres. Podríamos decir a partir del corto La Virgen de las Candelas que las mujeres “no se tocan” porque “manchan”.
He aquí una cuestión central transcultural: ¿Qué hacemos con las mujeres?, ¿las dejamos entrar al templo?, ¿las convertimos rápidamente en madres?, ¿las educamos como señoritas victorianas?, ¿les permitimos votar?, ¿las escondemos bajo una burka?, ¿las mandamos a lavar los platos?
No resulta extraño que hoy, cuando las mujeres han tomado un papel relevante en la vida social ocupando lugares inéditos hasta el momento, y al tiempo que asistimos a los múltiples efectos que trae aparejado el colapso del régimen del Otro, el “femicidio” y la violencia de género se hayan vuelto un tema tan relevante en el debate público. Justamente en el corto ninguno de los dos hombres de la historia sabe qué hacer con esta mujer que irrumpió en su mundo, y finalmente el desenlace es a través de un femicidio.
Este corto de Victoria Giordana es una obra de una complejidad y una actualidad sorprendente, sólo como un artista puede enseñarnos ella perfora en nosotros muchas preguntas, nos invita a pensar y nos conmueve. Gracias por haberme invitado a comentarlo.
· Comentario presentado en el Ciclo de Cortos Miradas de mujer del Departamento Psicoanálisis y Política. CIEC.